Testimonio vocacional de Leandro Cobas Morell, seminarista de 3ro de la etapa discipular, de la arquidiócesis de Camagüey.
Descubro mi vocación en mi comunidad, sobre todo por la falta de sacerdotes que celebren con nosotros la misa diaria. Aunque también agradezco el testimonio de los sacerdotes que sí estuvieron durante una etapa. Por momentos yo le decía a Dios: Señor manda vocaciones; muchas veces ignorando que tal vez Dios me estaba teniendo en cuenta. Hasta que fijándome en un pasaje de la Escritura fue llenándose mi corazón de deseos de entregar mi vida. Era el pasaje del juez injusto y la viuda, en la que el Señor termina diciendo: «Cuando venga el Hijo del Hombre ¿Encontrará fe en la tierra?» (Lc 18,8). Y mi respuesta fue: cuando venga Jesús nuevamente, quiero que aunque sea una persona encuentre con fe en la tierra.

En todo el camino de formación siento que Dios ha estado presente en los diversos momentos de esta gran aventura que es el seminario: en los momentos de corrección, enseñándome a ser mejor; en los momentos de tristeza, para que experimente su consuelo y amor; en los momentos de sequedad en la oración, para decirme como le dijo David a su hijo Salomón: «Hijo mío, mira que si buscas a Dios, él se dejará encontrar» (Cf. 1Cro 28, 10). Y eso es lo que he sentido que mi buen Jesús me dice en esos momentos: Leandro, si me buscas, yo me dejaré encontrar. Siento también que ha estado en los momentos de alegría, porque mi Dios quiere que yo sea feliz. En resumen, en el camino del seminario Dios siempre está.



Le pido a Dios que siempre me acompañe en el camino, sabiendo que lo mejor y más pleno para mí será lo que él quiere, es decir, su voluntad. Le pido que me ayude a caminar por los caminos que él me tiene preparados. Y aprovecho para pedirles a las comunidades, laicos, religiosos (as) y sacerdotes ¡Ánimo! Recen por las vocaciones. Y a los jóvenes ¡Ánimo! Dios tiene grandes planes para ustedes.






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