«‘Como el Padre me ha enviado, yo también los envío a ustedes’.
Es la declaración solemne de Cristo resucitado que da inicio e inspiración permanente al ministerio sacerdotal y que tiene su resonancia en nuestra patria, donde no deja de soplar la gracia del Espíritu Santo para hacer presente la evangelización, la vida sacramental y, en fin, la edificación de la Iglesia y la construcción del Reino de Dios».
La formación sacerdotal en Cuba, n. 1
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